Apóstol R. J. Maestre C.
El escenario del hombre en el huerto
de Edén era nuevo para él aunque nunca
había tenido otro tipo de experiencias en la vida, caminaba bajo la naturaleza
divina sin temor y sin ningún tipo de maldad solo la inocencia y la comunión
con Dios le daban satisfacción como ser vivo eterno con la habilidad para
procrearse y multiplicarse teniendo hijos que llenarían la tierra.
Es evidente que el hombre
y las demás especies incluyendo también a la naturaleza no eran los únicos que
vivían en el universo, notamos la existencia de un ser espiritual que de algún
modo había entrado a influenciar a el ejército de seres vivos en el capítulo 3
de Génesis.
“Pero la serpiente era astuta, más
que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la
mujer: ¿Con que Dios ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”
Hizo una pregunta
afirmativa esperando conocer lo que en realidad Dios había dicho y sembrando
así la duda en el corazón de la mujer.
Este pasaje nos revela
claramente la intervención de un ser diferente a la serpiente, sin duda la
serpiente había obedecido a alguien más que no era Dios entrado en un gobierno
diferente al gobierno y a la naturaleza divina, algo o alguien había
desestabilizado la inocencia y la paz de las cosas que Dios había creado en el
huerto de Edén y sin duda debía ser alguien reconocido por Dios en reino y
autoridad pero que ahora ya no le servía sino que estaba en su contra, en
contra de su naturaleza y de sus planes, la serpiente estaba siendo controlada,
tenía un gobierno que era diferente al divino operando en ella.
La explicación a esto
la encontramos en Apc. 12:9 – 20: 2.
La mujer respondió a la
serpiente “…Del fruto del árbol
del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huero
dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.”
Por la respuesta de la
mujer a la serpiente, notamos que ella estaba advertida por Adán sobre el fruto
del árbol de la ciencia del bien y del mal, ciertamente ella no estuvo presente
al momento de Dios darle la orden a Adán de no comer de ese árbol, lo cual
indica que Dios le había delegado esa responsabilidad a Adán quien debía ser
responsable por su compañera también.
Aquí las cosas llegaron a un punto muy
peligroso para la mujer, entro en un terreno no negociable ni explorable, Dios
había dado una orden invariable y esto
debía cumplirse.
Los detalles de la
escritura revelan que un ser espiritual tenía un gran interés sobre las
acciones del hombre y esto tenía un propósito que hoy conocemos y sabemos:
Matar, hurtar y destruir.
El trabajo del maligno y
su naturaleza habían influenciado y destruido la creación antes de que
existiera el hombre, cuando Dios determinó ordenar su creación quiere decir que
algo lo alguien la había destruido y desordenado: “…Porque tú destruiste
tu tierra, mataste a tu pueblo.” Isaías
14: 20” Aquí habla del lucero
hijo de la mañana… diablo o Satanás y es obvio que él había hecho un desorden
con el universo lo que hoy conocemos como cataclismo, de modo que la presencia
de la naturaleza maligna había desordenado la creación antes de que existiera
el hombre en la tierra. “...y las tinieblas estaban sobre la
faz del abismo,…” Gén. 1: 2.
Pero también podemos
analizar que la intervención de Dios vuelve el propósito inicial con el
universo, con su creación. “Porque así dijo Jehová, que creó
los cielos, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en
vano, para que fuese habitada la creó: yo soy Jehová y no hay otro” Isaías 45:
18.
La influencia o la
presencia del maligno en el huerto de Edén se hace más evidente cuando la
serpiente dice a la mujer: “…No moriréis” Sabemos que Satanás es el padre de
mentira y que es mentiroso desde el principio y aquí no es el principio de su
mentira, su principio se remonta a la eternidad pasada en el cielo cuando se
reveló contra Dios a causa de su orgullo queriendo ser igual a Dios
corrompiendo su sabiduría a causa de su hermosura. “¡Cómo caíste del
cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que
debilitabas a las naciones.
Tú que decías en tu
corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré
mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre
las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al altísimo.” Isaías 14: 12 –
15.
En la respuesta de la
serpiente notamos el mismo interés, el mismo espíritu hablando con la mujer: “sino que sabe Dios
que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios,
sabiendo el bien y el mal.” Gén 3: 5
La palabra SERÉIS COMO DIOS denota el mismo interés,
querer ser Dios, la serpiente estaba seduciendo a la mujer para que pensara
como ella piensa, le sembró su naturaleza, a través de las ideas de su mente.
Esto despertó la
tentación en la mujer, el deseo de par pecar, el pecado nace, no es algo que no
podemos evitar, la tentación nos produce el deseo de pecar y en nuestra razón
podemos decidir entre pecar y no pecar.
Existen varias acciones
del mal durante la tentación.
“Y vio la mujer que el
árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos”…
Aquí la tentación entró
por la vista, de modo que las palabras de la serpiente surtieron efecto en la
mujer a través de sus sentidos, lo vio con otros ojos, no con los ojos de la
inocencia y mucho menos con los ojos de la obediencia, lo codició, sin duda las
palabra de la serpiente surtieron efecto en la mujer porque después de
codiciarlo también lo deseó.
La codicia despertó en
la mujer el deseo de alcanzar la sabiduría.
La vanagloria de la
vida
La llevó a tomar de su fruto, y comió; y dio también a
su marido, el cual comió así como ella.
La serpiente había contaminado la mente de la
mujer y a su vez la mente del hombre a causa del efecto la la palabra sembrada por la serpiente.
El pecado (La
desobediencia)
En este punto ya el daño
estaba hecho, el pecado o la desobediencia estaban consumados, lo difícil, para
nosotros es arreglar lo que solo Dios puede arreglar, el Edén, sus beneficios,
la bendición fueron tiradas a un lado por una codicia, por querer experimentar
algo que estaba fuera del orden y la voluntad de Dios, cuando nos desviamos de
su plan, de su palabra entonces tenemos que enfrenar las consecuencias, las
cuales afectaron en este caso a toda la creación.
Jesús vino a cerrar la
brecha que abrió el pecado… Recíbelo como tu único y suficiente salvador
personal y obtendrás la vida eterna…
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